Es cierto que cada niño lleva su ritmo al alcanzar estos hitos, pero también lo es que el niño que no alcanza alguno de ellos saltándoselos, puede sufrir las consecuencias en forma de dificultades para llevar a cabo tareas que realizan con poco esfuerzo sus compañeros.
Es menos importante el momento o la edad exacta a la cual un niño alcanza cada hito, que el hecho de que los alcance. Cada etapa del desarrollo surge gracias a lo logrado en la etapa anterior y por lo tanto, depende directamente de ésta. Y a su vez, cada etapa determinará que el niño alcance fácil y plenamente la siguiente. Existe un orden y una secuencia en el desarrollo que resultan de vital importancia para el mismo.
Podemos considerar muchos logros como hitos del desarrollo en los niños, pero son los hitos del movimiento del primer año los que pondrán las bases para que todos los demás sean posibles. Estos movimientos son los que darán lugar a todos los movimientos posteriores. Pero también dependerán de ellos no sólo las funciones motrices, sino también las intelectuales.
El gateo es uno de los grandes hitos del desarrollo que a menudo se saltan los niños. Esto ocurre principalmente por desconocimiento de la importancia de colocar a los niños en el suelo y así darles la oportunidad que necesitan de experimentar con su cuerpo y con el movimiento de éste en el espacio que les rodea.
El gateo es un momento evolutivo muy importante, pues supone una adquisición de autonomía frente a los padres y una oportunidad de descubrir y experimentar el entorno, que el niño no había tenido hasta entonces. Cuando comience a andar estará mucho más preocupado por mantener el equilibrio y será más dependiente de los adultos, dejará a su vez durante algún tiempo de explorar el medio en favor del disfrute y perfeccionamiento de su nuevo logro.
Los niños que gatean adquieren información y experiencias directas sobre lo relacionado con el espacio y el tiempo, con la profundidad, las distancias, la velocidad… Esto favorecerá muchos aspectos de su aprendizaje futuro en todas las áreas.
Además, en esta etapa del desarrollo motor se producen también cambios físicos importantes. Se fortalece la musculatura del cuello, hombros, brazos, espalda, cadera, piernas… Mejora la estructura ósea y el tono muscular general, que junto a lo anterior, prepara al niño para una correcta deambulación y control postural.
Sólo si el niño pasa por todas las fases del suelo en estos primeros doce meses, logrando activar y luego inhibir los reflejos primitivos, podrá contar con los requisitos previos para todo lo que ha de lograr después del primer año de vida. Los reflejos posturales avanzados que surgen de esta maduración neurológica, tienen la función de “cablear” mecanismos cerebrales más sofisticados, indispensables para el aprendizaje escolar.
Según estudios realizados, queda demostrado que el niño comienza a desarrollar su percepción visual de la profundidad cuando gatea. Las funciones visuales más complejas se desarrollan a la par que el desarrollo motor en el niño.
“El arrastre y el gateo son patrones de movimiento esenciales para el desarrollo sensorial y motor del niño. Diversos sistemas como el vestibular, el propioceptivo y el visual se conectan por primera vez cuando el bebé se arrastra o comienza a gatear. Sin pasar por estos estadios del desarrollo, los niños se ponen de pie con escaso equilibrio, una pobre comprensión de las relaciones espaciales así como de la percepción de profundidad”- María J. López Juez
Mientras dura la fase del gateo, el niño aprenderá a calcular distancias en el espacio y se acostumbrará a observar objetos a una distancia de unos 30 cm., que será precisamente la distancia de enfoque que utilizará más tarde para sus labores de lectoescritura. Y mientras gatea, el niño cambiará a menudo su enfoque acomodando su visión de cercana a lejana, una habilidad que necesitará en un futuro en clase (cuaderno-pizarra).
También, mientras gatea, mira sus manos siguiendo sus movimientos mientras avanzan. Así, los ojos aprenden a cruzar la línea media corporal (esa línea imaginaria que divide el lado derecho del izquierdo del cuerpo, cuando el niño es capaz de cruzarla supone un grado importante de maduración), moviéndose y enfocando de un lado al otro, un paso importante en la coordinación óculo-manual.
“Además de mirar hacia delante, los bebés también aprenden la coordinación ojo-mano gracias a los movimientos de las manos. Algunas veces, los ojos enfocan de una mano a otra, utilizando las manos como si fueran un estímulo móvil. Más tarde esta capacidad será esencial para poder leer sin perder las palabras en la línea media y visualmente seguir la mano que escribe” - Sally Goddard
Esta misma autora completa lo anterior afirmando: “se ha observado que muchos niños que más adelante experimentan dificultades al leer y escribir no se arrastraron o gatearon en el primer año de vida.”
“Existe una relación muy estrecha entre ser capaz de arrastrarse, de gatear y de converger con la visión en un punto próximo” - Glenn Doman
El propio Glenn Doman viajó con su equipo por todo el mundo para estudiar el desarrollo de los bebés de diferentes culturas y razas. Comprobó que todos los bebés requerían de los mismos estadios en su desarrollo, pero también que había ciertas culturas que no tenían costumbre de dejar gatear a sus bebés. La razón principal era que el suelo era un lugar peligroso para los pequeños (la selva por ejemplo). Ninguna de estas culturas cuyos bebés no gatean ha desarrollado un lenguaje escrito. Esto podría explicarse por una presbicia natural entre sus miembros, debida precisamente al hecho de no haber desarrollado la visión cercana durante la etapa del suelo.
En esta investigación, junto a Doman estaba Raymundo Veras, que dijo ya en 1975: “El gateo no solamente es una fase importante para el desarrollo de la movilidad del niño, sino que también es terriblemente importante para su desarrollo visual. En todas las personas primitivas que hemos visto, a los niños nunca se les permite gatear y ninguno de ellos puede enfocar sus ojos a ninguna cosa que esté más cercana que la distancia de sus brazos. Todos tienen vista a larga distancia. Creemos que cuando un niño gatea desarrolla la capacidad de visión de cercanía”.
La optometrista comportamental Pilar Vergara dice lo siguiente con respecto al desarrollo de la visión y su relación con el movimiento en esta etapa: “El bebé tiene que pasar por todas y cada una de las fases del desarrollo: rodar, reptar, gatear, andar, correr, etc... Desde el punto de vista del desarrollo, un niño tiene primero que integrar las dos partes de su cuerpo y, controlarlo antes de poder controlar los movimientos finos y precisos que necesitan los ojos”.
“La visomotricidad es una función trascendental a la hora de leer con eficacia. Muchos problemas de lectura se deben a los vacíos de información que acumula el bebé que no ha vivido experiencias en el plano del suelo y que su primera experiencia motriz ha sido empezar a andar mal, después de haber pasado el primer año de vida sentado con apoyos”- Jorge Ferré
Algunos autores se atreven a manejar cifras muy elocuentes: “El 95% de niños que no gatean tienen problemas de lectoescritura. El 5% restante lo suple trabajando la manualidad. El gateo es un ejercicio preventivo para la lectura” - María Teresa Aldrete
La experta en desarrollo infantil, Melodie de Jager, cuenta con una amplia experiencia de muchos años trabajando con niños en escuelas de Sudáfrica. Los niños de color cuentan con un sistema vestibular muy desarrollado, son hábiles físicamente, mucho más que sus compañeros de raza blanca. Esto se debe, en gran parte, a que sus madres los llevan sobre sus espaldas durante su primer año mientras ellas se mueven realizando sus quehaceres diarios. Sin embargo, por este preciso motivo (por no habérseles permitido desarrollar su movilidad libremente sobre el suelo), son niños a los que les cuesta más alcanzar los niveles de lectura esperados en primaria. Necesitan más tiempo para manejar un sistema visual inmaduro que dificulta sus tareas de lectoescritura.
Como estamos viendo, el gateo supone una fase fundamental para el desarrollo del niño. Al ser un ejercicio en el que ambos lados del cuerpo se ven obligados a trabajar de forma conjunta y coordinada, fortalece las rutas neurológicas por las que viaja la información entre los dos hemisferios cerebrales. Estas rutas de comunicación interhemisférica (que forman el cuerpo calloso) no sólo son necesarias para funciones motrices, sino que resultan imprescindibles para funciones cognitivas, facilitando requisitos escolares como la lectura, la escritura o las matemáticas.
Cuando observamos a un niño gatear con un patrón contralateral perfecto, vemos que ambos lados del cuerpo (el derecho y el izquierdo) funcionan juntos y coordinados (también lo hacen la parte superior e inferior). El hecho de que los dos lados del cuerpo tengan una buena comunicación y funcionen en colaboración supone que así están funcionando también ambos hemisferios cerebrales. Una buena comunicación interhemisférica será necesaria para poder leer fluidamente y con comprensión, por ejemplo.
Pero hay más… el hecho de que ambos lados del cuerpo trabajen en equipo sienta las bases para que los dos ojos lo hagan también. Y los dos oídos, cuya colaboración es absolutamente necesaria para un correcto desarrollo del lenguaje y para poder leer, pues al fin y al cabo, la lectura es la transcripción de sonidos que el oído ha de percibir con calidad para que el niño pueda llegar a decodificarlos con facilidad. ¡Leemos con los ojos y con los oídos!
“Los movimientos contralaterales, como los que hace un bebé cuando gatea, activan los dos hemisferios de una forma balanceada. Estas actividades hacen que trabajen de manera nivelada los dos lados del cuerpo y requieren la participación coordinada de ambos ojos, ambos oídos, ambas manos, ambos pies y los músculos centrales. Cuando se usan de manera equilibrada los ojos, los oídos, las manos y los pies, el cuerpo calloso que armoniza los procesos entre los dos hemisferios se desarrolla más plenamente. Debido a que entran en acción ambos hemisferios, se destaca la función cognitiva y se incrementa la facilidad con la que uno aprende… Hemos sabido durante muchos años que cuando a un niño se le priva de la etapa (vitalmente importante) del gateo, más adelante puede manifestar dificultades para el aprendizaje” - Carla Hannaford.
Al gatear el niño sigue visualmente sus manos al avanzar y esto favorece la coordinación óculo-manual. Durante el gateo, el niño utiliza también la pinza del dedo pulgar y el índice pues el estímulo que le produce el roce de la palma de su mano contra las diferentes superficies del suelo inhibe el reflejo de prensión y le permite pasar del agarre a la pinza y recoger pequeños objetos del suelo.
“Los niños que no han vivido experiencias en el suelo porque se han pasado el primer año de vida sentados o en el parque, pasivos e inmovilizados, pueden tener menos
habilidad manual” - Jorge Ferré
“El gateo supone un paso muy importante en el desarrollo del control de la cabeza, la maduración del sistema visual y auditivo, el control de la mano y la integración de los movimientos cruzados entre las extremidades superiores e inferiores del cuerpo” - Marc Giner
“El arrastre y el gateo son esenciales no sólo para andar, sino para la programación global
del cerebro” - Glenn Doman
Rosina Uriarte
Educadora infantil
Máster en Neuropsicología y Educación
Presidenta de la Asociación Laztana para la
estimulación y el desarrollo infantil
Fuente: www.revistanana.com