Mi piel húmeda de transpiración, mi cuerpo entregado al dolor para dar vida, y los recuerdos se aparecen… una luz de recuerdo de un “shhhh” de la voz de un hombre que me acunaba cuando tenía horas de vidas… después días, meses y así… recordando hasta el olor del perfume de mi papá.
Llega la hora de más dolor… y nuestro miedo se hace realidad. Ya no hay olor a chocolate o jugo de Sandía… ahora hay olor a limpio, la gente con ropa verde y luces de fuerte intensidad… estamos en pabellón.
Mi compañero tomando mis manos y apoyando su cara junto a la mía. Puedo sentir su miedo y desconcierto. Puedo oler su temor y ansiedad… pero él ahí, con esa voz masculina pero suave haciéndome sentir única y acompañada.
Mi hijo nace, y las caras, ahora son solo de alegría y placer… la oxitocina vuelve… tímida pero aparece, y baña mi cuerpo para poder llenar mis pechos de leche… y él… mira, observa, se asombra, admira.
¿Qué nos pasa a nosotras cuando nuestro cuerpo rompe como volcán y damos vida?, ¿Qué pasa cuando re nacemos como mujeres y ahora, en un cuerpo nuevo, diferente, cansado, tenemos el nombre de “Mamá”?… surge esta mágica fusión con nuestro hijo, nos bañamos e inundamos de hormonas ricas que nos ayudan a enamorarnos más y más de nuestro bebé… entramos y nos sumergimos en las olas de Puerperio.
¿Y ellos? ¿Y el papá de esa guagua? ¿El hombre que es 50% responsable de la existencia de esa vida?… ¿Qué le pasa a él desde ese momento?…
Se enamoran de su hijo, pero no como nosotras… ellos, por primera vez sienten vibrar su corazón de amor hacia esa criatura indefensa por la cual, recién, darían la vida.
Tocan, huelen, miran… y se hacen a un costado… se asombran, es todo mágico… quizás demasiado mágico que les cuesta creer que sea verdad.
Y llegamos a la casa, cansadas, con sueño, con ojeras, los pechos llenas de leche y si hubo cesárea… mucho dolor. Estamos agotadas, y las energías que nos quedan las ponemos al servicio de nuestr@ hij@, pues así manda el cuerpo y corazón… ya casi no queda mente.
Y ellos…, tocan, huelen, miran… y se hacen a un costado… se asombran, es todo mágico… quizás demasiado mágico que les cuesta creer que sea verdad.
Son las 3 de la mañana, nosotras cansadas, a penas hemos dormido. Hemos dado pecho o mamadera varias veces en la noche y miramos como él duerme plácidamente, como si no supiera lo que está pasando.. y empezamos “podría despertarse aunque sea para traerme un vaso de agua”… “Y después anda diciendo que la guagua duerme toda la noche”… “quién como él”… y seguimos… pues estamos inmersas en las olas, suaves y a veces tormentosas del Puerperio.
Pero… ¿Qué le pasa a él?, ¿Qué le pasa a este hombre que también re nace desde una nueva identidad de ser padre… aunque sea su segundo o tercer hijo… vuelve a renacer, pero ahora con una nueva vida que entra en su mente y cuerpo, mientras observa una mujer que está entregando su cuerpo en un 100% a la vida, a la alimentación, a la sobre vivencia de su bebé… y él toca, huele, mira… y se hacen a un costado… se asombran, es todo mágico… quizás demasiado mágico que le cuesta creer que sea verdad.
Entonces comienza esa lucha, esa lucha de amor y admiración, esa lucha de intereses, donde hay un cuerpo de hombre cansado, con hambre y sueño y una mujer con hambre y sueño… dos adultos y un recién nacido que llora, come y duerme… dos cuerpos que en momentos se sintonizan y en otros no tanto.
Y comienza, este nuevo hombre, a ver que la madre de su hij@ ya no tiene el mismo cuerpo, que es un cuerpo aún mejor, que ahora da vida y resaltan las curvas acentuadas de la maternidad… pero ella, entregada en cuerpo y alma a la maternidad… muchas veces no lo ve… y entonces, ¿qué pasa?
¿Qué le pasa a ese hombre que duerme “plácidamente” en las noches mientras nosotras con ojeras, pijamas mojados con leche y cansadas mecemos a nuestra criatura?… descansa… para salir a trabajar, descansa su cuerpo cansado de tocar, oler, mirar… y hacerse a un costado… de asombrarse, y sentir que todo es mágico… quizás demasiado mágico que le cuesta creer que sea verdad… y todos lo resuelven de distinta manera… algunos callados, otros proactivos con ganas de mudar, “sacar chanchitos”, mecer, hacer dormir, o simplemente no hacer nada… pero lo cierto es que “algo” pasa… y a “eso” que pasa, le he decidido prestar nombre y ponerle también “Puerperio”.
Si queremos criar con respeto y amor a nuestros hijos, también debemos con el ejemplo, mostrar respeto a los que nos rodean y sobre todo a los que rodean a nuestros niños… por ejemplo su Papá. Un papá que muchas veces no entiende lo que pasa, un papá que quiere que su mujer deje de dar pecho… pero NO es porque sea egoísta y no sepa los beneficios de la lactancia… es mas bien, porque este hombre ha entendido de alguna forma, que en la medida que su mujer de pecho, él no tiene acceso a ese cuerpo… y eso no es ni bueno ni malo… simplemente ES, y no sabe cómo reaccionar.
No hay culpables, solo personas con historia, luces y sombras… y no es la madre solamente quien necesita ser maternada y acogida en el Puerperio, es también el hombre que necesita ser informado y contenido, por otros hombres, por familia, amigos y también por nosotras.
La invitación no es a ser unas “Geishas”, es mas bien a entender y Empatizar con ellos de la misma manera en que queremos que nuestro hijo/a lo haga el día de mañana con otras personas, es mostrar con el ejemplo que entendemos que todos entramos en caos y que tal cual lo dice el famoso proverbio africano “Para criar un niño hace falta una tribu entera”, y creo fielmente que nuestros antepasados hacían alusión a ello, pensando justamente en la tribu entera, la cual se conforma por madres, hijos mayores, recién nacidos y hombres que son padres.
Fuente: mamadre.cl